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CADIZ, ANDALUCIA, Spain

domingo, 4 de noviembre de 2007

ASPECTOS LITERARIOS DE FERMIN SALVOCHEA



ASPECTOS LITERARIOS DE FERMÍN SALVOCHEA

José MARCHENA DOMÍNGUEZ (Universidad de Cádiz)



RESUMEN: En vísperas de la revolución de 1868, Fermín Salvochea publica ·en Revista Gaditana una serie de artículos, en donde refleja con un estilo literario, original, preciso y dinámico, un modelo político, social e ideológico, que define las bases de las corrientes ideológicas que, por entonces, circulaban en el ámbito de la zona del Bajo Guadalquivir:
republicanismo político, fourierismo, feminismo y algunos toques proteccionistas. Palabras clave: prensa, revolución, republicanismo, fourierismo, feminismo.

El siglo XIX es un periodo donde las conquistas sociales y políticas están por determinar, algunas, y otras por cerrar; un periodo donde los medios de propagación de las ideas, por las propias circunstancias del «todo por hacer», son contados y difíciles.
En este sentido, la producción literaria se convierte en un valor específico, vehículo de primera mano de propagación de ideas, lo que hace que muchos políticos escritores de este periodo sean a la postre literatos, y muchos literatos sean, por deseo y vocación políticos, o ideólogos de la política. Además, y por todo eso, la literatura y la política vienen a formar un terreno común que, a veces, es difícil desgranar y no es imprescindible determinar.
A lo largo del siglo XIX, nos encontramos con periodos políticos que gozan de una especial brillantez, alentado por el empaque de sus representantes o por encumbrar momentos de gran altura. Se nos antoja, por citar dos ejemplos muy representativos, las Cortes de Cádiz, con el discurrir de sus ambientes de cafés y tertulias, o el periodo dela Restauración borbónica, donde se localiza a una gran pléyade de escritores y pensaqores que plantean y teorizan acerca de la crisis de España.

El periodo del reinado de Isabel 11, quizás algo minusvalorado, poco conocido, pero fundamental para comprender las bases ideológicas y el sustrato literario que nos vamos a encontrar, sobre todo en el Sexenio democrático, y en eso que se ha dado en llamar la «edad de plata de la cultura española».
Cádiz, desde los años cuarenta es un centro de vanguardias ideológicas, y esto se produce en un momento especialmente difícil de propagación de ideas, prensa y letras (exceptuando quizás el Bienio Progresista entre 1854 a 1856):
-localizamos un núcleo de ideas utópicas fourieristas, traídas a la provincia de Cádiz por Joaquín Abreu desde Francia, y que va a generar un grupo ideológico con exponentes tan fundamentales como Fernando Garrido, Ramón Cala, Joaquina de Morla o Manuel Sagrario de Beloy entre otros.l -localizamos también un núcleo republicano, que generará uno de los puntos de referencia a nivel nacional, del nuevo Partido Demócrata, junto con el ala más radical del Partido Progresista y los elementos utópicos.-pero además, verificamos la presencia ideológica de un abanico de corrientes de vanguardia, muy vinculadas con las preferencias europeas -feminismo, espiritismo, proteccionismo, krausismo.

Cádiz es una ciudad que arrastra una crisis socioeconómica desde el primer tercio del siglo XIX, con la caída de las sociedades financieras -crisis de los sesenta-, con el reencauce de los capitales mercantiles hacia el traspaís jerezano -negocio de los viñedos y vinos-, pero también con un compromiso político hacia la consolidación del Nuevo Régimen. Cádiz, y en concreto sus exponentes más radicales, no está de espaldas a los acontecimientos que van minando los cimientos del régimen isabelino, como las revueltas campesinas -Laja, El Arahal- que acaparan el campo andaluz y la campiña jerezana.
Es en este contexto donde encontramos y debemos encajar la figura de Fermín Salvochea, joven de desahogada familia mercantil que, desde los quince años en su estancia en Inglaterra, tiene la oportunidad de contactar con un teórico como Owen. Pero además, Fermín contacta posteriormente con el grupo demócrata desde 1863, al que se integra en su comité local de Cádiz, justo en el momento en que se plantea el retraimiento electoral, y en el que Roque Barcia criticaba, desde EIDemócrata A ndaluz, las doctrinas del neocatolicismo.

Al final de los años sesenta ya raíz de los acontecimientos de la sublevación militar - del cuartel de San Gil de 1866, muchos republicanos, progresistas y demócratas huyen a Francia y Portugal, desde donde no cejan en su empeño por la revolución contra Isabel En Cádiz, el grupo revolucionario consigue un acercamiento importante con los sectores populares, políticos antiisabelinos y militares progresistas, así como una gran parte de las guarniciones militares de Cádiz, San Fernando y Ceuta. La prensa era desarrollada con suma cautela, pero sin bajar ni un grado de intensidad ni de lucha, en periódicos supuestamente desvinculados de la política.3 En este contexto se desarrolla una serie de escritos publicados por Fermín Salvochea en 1867, en el «periódico de intereses materiales, ciencias, literatura, costumbres y teatro», Revista Gaditana. Es el único título del momento en Cádiz, donde aparecen colaboradores demócratas, como Narciso Campillo, el algecireño Ambrosio Grimaldi, Pedro Canales, Buenaventura Abarzuza y, el más prolijo, Fermín Salvochea.

Un Fermín Salvochea de 25 años, en plena juventud y con toda la energía de lo que le quedaba por hacer pero un Salvochea, nunca mejor dicho, prerrevolucionario, muy teórico, muy romántico y muy utópico. No es todavía el Salvochea societario, anarquista, el del Sexenio democrático, el de las barricadas, el del Cantón; es todavía un teórico más sosegado, quizás menos comercial, menos político pero muy social, e ideológicamente de gran referencia para contactarlo en el momento en el que surgen estos escritos.
En concreto, se trata de diecisiete artículos, publicados entre la segunda mitad de 1867 y el primer trimestre de 1868. En ellos predomina la exquisitez literaria, junto a un matiz crítico original y depurado, además de la ironía y un sentido del humor sarcástico. Un estilo, en suma, muy en consonancia con otros escritos periodísticos coetáneos de correligionarios suyos, como Ambrosio Grimaldi, Joaquín Abreu, Ramón Cala o José Paúl y Angulo.

La temática social.

Los aspectos sociales que se reflejan en estos artículos conectan claramente con las ideas de los teóricos utópicos Owen y Cabet; es el concepto de un hombre bueno por naturaleza, que llega a alterarse en un momento determinado, debido al desequilibrio social:


3 Por citar algunos ejemplos representativos del panorama gaditano y provincial señalamos, durante los años treinta y cuarenta el Grito de Carteya en Algeciras, o El Demócrata Gaditano, en la capital.
Posteriormente de los cincuenta y sesenta, resaltamos a El Pensil Gaditano, El Pensil de ¡hería y El nuevo Pensil de lberia, todos en Cádiz.


El poco ambicioso, el que se contenta con muy pequeña cosa se le llama ladrón, y la sociedad le condena: al emprendedor, al que quiere mucho y si no se lo dan lo toma, se le apellida conquistador, - y la sociedad le acata y venera.4

También, la necesidad de un modelo social regido por las pasiones nos sitúa en el marco de Fourier:

Las magnéticas palabras aurora, paz, igualdad, paz, lealtad, riqueza y felicidad [...] han producido siempre maravillosos resultados [...] hasta hacerle olvidar sus más sagrados deberes [...] El afán de lograr lo que no tenemos nos hace olvidar el bien que disfrutamos; siempre parece más colmada la mies en el campo ajeno; más abundante en leche el rebaño vecino. Deseos, inconstancia, orgullo y fanatismo...s

En el fondo el interés de Salvochea es vertebrar una dura y profunda crítica a la sociedad, a través de recursos y metáforas literarias, llegando al final a un choque entre pasiones y moral social. En otros casos habla de la vida social como un «bonito viaje, y nosotros muy felices [...] cuando llegamos a tierra, que el mar cuesta muchas lágrimas aunque le llamen pacífico»; también llega a hablar de su propia infancia para criticar las desacertadas motivaciones adquiridas para con la vida, o de un niño que va percibiendo los distintos templos -realidades-- de la vida y cómo se va desarrollando: un jardín que es un lienzo, el amor que es lisonja; la llegada de otros más positivos, como la constancia y la amistad, no evitan el ennegrecimiento por la ingratitud, lo que le obliga a huir a una llama en extinción llamada honor. Este contraste fourierista entre pasiones y moral social queda rematado por una serie de cuestiones:

¿Qué queda de la vida? ¿qué queda de esos bienes que me ofrecías, seductora sociedad? Por ti he perdido la paz de mi retiro; en aras de tus ideales he sacrificado hasta mi corazón. Soñé con el amor y me engañaste; creí en la amistad, y me vendiste; confié en tu honor, y tu honor no era más que humo ¿qué me queda que esperar, o qué me queda que padecer?6

También Salvochea encuentra tema en un teatro donde, con supuestos cánones shakesperianos, el escenario es la sociedad, el público los que pagan y los artistas quienes cobran. En él eran previsibles cambios inesperados; «...tan pronto es uno gentil a secas, como gentil hombre; ayer rendido amante y vil seductor mañana; esclavo, gran señor y capitán de bandidos en tres escenas del mismo drama».7

Crítica a la sociedad burguesa.

Sobre la crítica social, Salvochea lo deja intuir en algunos de sus artículos, y lo hace específicamente de la burguesía gaditana. Por ejemplo la moda, que la burguesía llevaba a rajatabla, incluso a costa de sufrir privaciones primarias, que pasea por la Plaza Mina sin nada en el estómago, o que viaja a Europa y cambia de vivienda, a costa incluso de privaciones y deudas.
También los valores de apariencia social, como el excesivo materialismo de determinar festividades, empapan las letras de Salvochea, caso de la Navidad, o la actitud burguesa ante la muerte. Efectivamente, critica el consumismo y la artificialidad de fiestas de justificación religiosa como la Navidad, que «nos lo dice el almanaque y nuestros enemigos [...] la miseria humana debe hacer un paréntesis para que la tierra deje de ser alguna vez valle de lágrimas [...] época antieconómica y subversiva, a la que en vez de llamar carga a la bayoneta, da el nombre de pascuas los que cobran y ascuas los que pagan [...] con vestir de máscara el corazón y fortalecer el espíritu con espíritu de vino, se ven hasta visiones».8 Al otro lado de las celebraciones burguesas y de la misma forma, Salvochea cuestiona la filosofía y maneras de los velatorios y funerales y con ello el ideal de la muerte.
Una actitud que, para éste, sigue denotando el interés y la ambición social en modalidades como la herencia: «...toda precaución es poca. Si un capricho costase a v. una enfermedad... sólo de pensarlo me horrorizo. Lo que horroriza al sobrino es la idea de perder la herencia.» Califica a los velatorio s como «actos dramáticos» y «entreactos» a los ofrecimientos que allí se suelen dar:

...buenas tazas de caldo y algunos traguitos de lo añejo, que a tragos se ha de pasar la vida, se da el pomposo título de tente en pie, como si una mujer y una viuda por añadidura, necesitase de estimulante para tenerse en pie [...] como las grullas.

Las luces se apagan; los encargados de la pompa mundana despojan a los sepulcros de sus atavíos, y la dispersa comitiva se reúne para abandonar este lúgubre recinto. Una sola idea la condujo, la ostentación: está ya satisfecha y... se retira. La farsa de hoy ha concluido. La sociedad se divierte con los vivos, todo el año; con los muertos, el dos de noviembre.9

Crítica al dualismo social hombre-mujer.

Hay en este apartado una práctica y total coincidencia con el ideal fourierista.


Quizás frente a la seriedad teórica desplegada por los teóricos/as fourieristas gaditanQs/as, Salvochea enfoca este tema de manera muy sarcástica, describiendo situaciones imaginarias y hasta ridículas, no sólo en temas puntuales como la prostitución, también en la propia dualidad y asignación de roles predeterminados: «al hombre la fortaleza [...] para [ellas] la belleza y la debilidad [...] la sola definición de los dos sexos envuelve un principio reprobado por la sana razón, y sin embargo sirvió de base al edificio social [...] la sociedad ha hecho de cada hombre un maniquÍ»,lO También la institución del matrimonio o la figura de la suegra aparecen en sus escritos con toda la carga de ser exponente del viejo esquema social, trasnochado e inservible, llegando al final a la solución de la ruptura de la familia monogámica, en buena lógica fourierista:

Su misión [la de la suegra] sobre la tierra es servir de guerrilla en las primeras escaramuzas de amor, de guardia de honor en el casamiento y de tribunal supremo en las querellas matrimoniales [...] deben gozar sin contribución industrial ni de comercio, todos los fueros y privilegios concedidos al bello sexo de que forma parte. u

Además es importante considerar la influencia del Evangelio, al igual que la mayoría de los teóricos demócratas. Sus escritos proliferan de conceptos presentes en las escrituras, que encajan en sus presupuestos sociopolíticos; por ejemplo cuando sostiene que «...la causa que defendemos es santa, y el cielo debe ayudamos»,

Desengaño ante la situación política.

El desencanto de Salvochea ante la política coetánea española toma un cariz todavía más marcado a raíz de la sublevación de San Gil, y en general como crítica hacia el modelo reaccionario de los gabinetes moderados y unionistas, o los que Salvochea considera como «liberales de pacotilla»:

Todos los lazos que los ligaban a la sociedad las hicieron pedazos por vosotros, porque gritabais justicia y de esta palabra esperaban mucho bien. i Y habéis tenido valor para engañar a criaturas tan leales! Sí, lo habéis tenido. Es verdad que lo tendisteis la mano de amigo, pero también es verdad que esa mano encerraba un veneno que mata, y ellos aceptaron la mano y el verano [oo.] igualdad, fraternidad, justicia y libertad resuenan por todas partes [u.] al compás de sus cadenas [oo.] ninguno conoce que las promesas [...] son narcóticos en doradas copas y su soñado porvenir la muerte.12


o finalmente la intuición de que, además de los preparativos revolucionarios, es consciente de que todo estaba ya muy cerca. El sol, como triunfo revolucionario que abriría una nueva etapa, a pesar de un relativo pesimismo, al jugar con el concepto solrevolución-idealismo }{ tierra-materia-dura realidad:

No me preguntes ya cuando concluirán los plácemes, norabuenas. felicitaciones y aguinaldos [...] es preciso que el sol salga de su retraimiento y lejos de eso, continúa muy tranquilo echándose fresco [...) para dar con esa señora.13

En resumen, anotamos la figura de Fermín Salvochea, como un político notable de su época, que desarrolló en sus escritos, elementos de contenido claramente ideológico y propagandístico pero que, a su vez, coincidió en muchos puntos con los planteamientos literarios coetáneos, en especial, la crítica social, la descripción de personas y actitudes, y los intentos de solución y nuevos modelos. Todo ello en la mano de un teórico y activista que como Fermín, le quedaba todo un camino por delante, de lucha, liderazgo social y consagración revolucionaria.

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